Los comerciantes del Mercado Alfredo Lazo son los primeros en recibir el amanecer en Estelí. Desde tempranas horas empiezan a construir una nueva historia y a darle vida a cada tramo con sus canastos cargados de frutas y verduras. El silencio desaparece cuando se acerca el bullicio de los primeros clientes. Comerciantes y compradores comparten un mismo objetivo: llevar el pan de cada día a sus familias mediante.
Josefa Herrera, originaria de San Sebastián de Yalí, tiene 25 años de ser comerciante de productos lácteos en el Mercado Alfredo Lazo. Eligió entregar prácticamente su vida a este oficio que le permite llevar el sustento a su familia, pero durante todo este tiempo no ha sido una tarea fácil, pues para vender hay que madrugar y regresar a casa a las 6 de la tarde.
“Para mí, lo más complicado de este trabajo es que a las 5 de la mañana ya tengo que estar en el mercado, luego regreso a casa hasta las 6 de la tarde y fácilmente podría decir que el tramo donde oferto mis productos lácteos se ha convertido en un hogar para mí. Nosotros los comerciantes nos debemos a nuestros clientes, ellos, son muy importantes”, compartió.
Para Ángel Salas Centeno, oriundo de San Nicolás, Estelí, trabajar como comerciante es algo que le ha permitido crecer económicamente. Sin embargo, no olvida sus inicios cuando hace 7 años empezó con pocos productos perecederos y asegura que fueron sus clientes los que le permitieron incrementar su negocio.
En cada tramo de este mercado hay una historia que se oculta entre los canastos. El esteliano Julio Siles, decidió contar la suya: lleva 10 años vendiendo legumbres y, uno de los secretos que lo ha ayudado durante todo este tiempo a mantener las ventas, es el saber negociar con los clientes ofertándoles productos accesibles acorde a sus presupuestos.
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Lidia Castillo nació en León, pero tiene 32 años de vivir en la ciudad de Estelí y de trabajar como comerciante de frutas en el mercado Alfredo Lazo, para ella, su día de labor inicia a las 6 de la mañana acomodando sandías, melones, papayas y piñas que oferta a sus clientes, quienes forman parte fundamental de su trayectoria.
“Llevo tanto tiempo de trabajar en este mercado de 6 de la mañana a 5 de la tarde, que ya considero mis vecinos a los demás comerciantes, ya que convivo con ellos todo el día de lunes a domingo. Una de mi mayor satisfacción es cuando termina mi jornada y saber que he hecho buena venta”, afirmó.
El esteliano Wilmer Martínez Romero lleva más de 30 años afilando sus cuchillos para partir los distintos cortes de carne de res y cerdo que oferta a sus clientes en este mercado. Para él, este tipo de negocio tiene momentos buenos y malos en cuanto a las ventas, pero con perseverancia ha logrado batallar durante todo este tiempo.
“En este negocio de la venta de carne se requiere de mucho esfuerzo y perseverancia, hay días en los que vendemos bastante, pero luego se caen las ventas. También es un trabajo arduo, ya que hay momentos en los que me toca levantarme a la una de la madrugada y venir al mercado, pero sabemos que el Alfredo Lazo significa mucho para esta ciudad”, detalló.
Hoy estos comerciantes no hablaron del costo de los productos, sino del precio que ellos deben pagara día a día para poder alcanzar el éxito. Su lucha diaria va más allá de la venta, es la búsqueda de un futuro mejor para ellos y sus familias.